CRÍTICA DE UP EN DIARIO CLARÍN

miércoles, 8 de diciembre de 2010

CRITICA - UP, UNA AVENTURA DE ALTURA

Gracias por la aventura
"Up, una aventura de altura" es otra maravillosa muestra de sensibilidad y talento de la gente de Pixar.


Por: Pablo O. Scholz

Hay que ser originales, tener mucha creatividad, talento y coraje para imaginar las tramas de las películas de Pixar, que terminan convirtiéndose en clásicos. En clásicos, más allá de que sean animados.

De la misma gente que pensó Toy Story, Buscando a Nemo y WALL-E llega hoy Up, una aventura de altura, cuyo principal personaje no es un juguete que habla, ni un pez payaso, ni un robot que queda solo en la Tierra y se enamora. Su protagonista es Carl, y tiene... 78 años.

¿Una película animada, una comedia de aventuras, protagonizada por un anciano? OK: es un anciano made in Pixar.

Carl, de pequeño, soñaba con ser explorador y tenía un héroe, Charles Muntz, quien de golpe pasó de ser un aventurero y descubridor de especies perdidas a un fraude. Por entonces, Carl conoció a Ellie, una chica hiperbólica, valiente y encantadora, que le encantaba que Carl fuera un chico de pocas palabras -de hecho, nunca le habla a quien luego será su esposa y el amor de su vida- y con quien, ya mayores, planean y se prometen un viaje. Las Cataratas del Paraíso, un lugar en plena selva venezolana es el destino al que no alcanzarán, ya que Ellie, de viejita, muere.

Tras ese comienzo conmovedor, y que recuerda mucho a la primera media hora de WALL-E, Up se centra en cómo es la vida de Carl sin Ellie en esa casa que compartieron, hasta que al vendedor de globos se le ocurre una genialidad: atar con globos de helio la casa, y partir hacia las Cataratas. En la aventura lo acompaña, "colado", Russell, un niño explorador -como soñaba Carl- que necesita una insignia más a las que ya tiene para ascender más como explorador, y que para ello necesita ayudar a un anciano.

El anciano es Carl y lo que sigue es un fantástico viaje, a la imaginación, primero y principal, y a Sudamérica en segundo lugar, en el que encontrarán una extraña ave multicolor y altísima, perros que por un dispositivo electrónico en sus collares ¡hablan! (por qué habría de extrañar, si los juguetes, los peces y el robot lo hacían...) y más, y más sorpresas.

Lo que diferencia a las películas de Pixar del resto de las animadas -sean de Disney o de DreamWorks Animation- es la sensibilidad que ponen de manifiesto sus personajes. Carl no pudo ser padre, y Russell, toda ternura e ingenuidad, es claramente un niño huérfano. Uno y otro perdieron una parte importante en sus vidas, internalizada. Y ambos están ante una posibilidad única que les presenta la trama de Up. Pelear, aunque muchos crean que en inferioridad de condiciones, por ayudar a un tercero en problemas.

Up está impregnada aquí y allá de momentos emotivos, que tocan la sensibilidad, como para demostrar que aunque sean dibujitos y se los pueda ver con anteojitos en 3D, los personajes pueden emocionar si están bien construidos.

Desde la profundidad del 3D -no utilizada para acercar cosas a los ojos del espectador, sino precisamente para dar profundidad de campo-, sumado a los colores y la animación, con un Carl a la Spencer Tracy, Up es una catarata, sí, de emociones, aventuras y risas. Dos personajes, un hombre mayor y un niño, que tienen un mismo espíritu. Como diría la sabia Ellie: gracias por la aventura.

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