CRÍTICA CÓMO ENTRENAR A TU DRAGÓN EN LABUTACA.NET

jueves, 9 de diciembre de 2010

“Cómo entrenar a tu dragón”: Hipo y Desdentao

Escrito por Miguel A. Delgado

“Cómo entrenar a tu dragón” ofrece un espectáculo de primera, con un máximo aprovechamiento del 3D, erigiéndose como una digna heredera de “Lilo & Stitch”. Probablemente, la mejor película de Dreamworks Animation.

“Lilo y Stitch” (2002) fue una de las entregas más atípicas y estimulantes del cine de animación de los últimos años, una rara joya que ofrecía una refrescante versión de la historia de dos freaks, dos seres rechazados por la sociedad que terminaban congeniando. Y todo indica que ese sigue siendo uno de los temas que más interesan a sus creadores, porque “Cómo entrenar a tu dragón”, por más que adapte un libro de Cressida Cowell, parece responder, punto por punto, a lo que hizo inolvidable a la cinta de Disney.

Así, nos encontramos con una amistad aparentemente imposible entre dos seres que, en teoría, tendrían que destruirse mutuamente. Dos seres desconectados de su mundo, cada uno a su manera, que sólo terminarán encontrando remedio a su imperfección (esta literal, en uno de los mayores atrevimientos que hayamos visto en una cinta de animación comercial) en el apoyo mutuo. Dos seres enfrentados a un mundo opuesto a aceptar que, quienes en teoría tendrían que enfrentarse, pueden convivir.

Como Lilo, Hipo carece de referencias familiares. Si aquella era cuidada por su hermana tras el fallecimiento de sus padres, este tiene que enfrentarse al recuerdo de una madre muerta (posiblemente, por un dragón) y la ausencia de un padre que ha hecho de la caza de esos seres su única pasión y misión en la vida. Como Stitch, Desdentao acaba descubriendo algo que se oculta tras su aparente y única existencia como máquina de destrucción.

Eso sí, “Cómo entrenar a tu dragón” quizá carezca de los momentos inolvidables que salpicaban a su antecesora, e incluso puede ser menos sugerente y hacer mayores concesiones a lo comercial. Pero a cambio es una obra más compacta, en la que Chris Sanders y Dean DeBlois no parecen haber sufrido desgaste alguno en la transición del dibujo animado al píxel, e incluso de las dos dimensiones a las tres. La cinta ofrece un espectáculo de primera, con un máximo aprovechamiento de las posibilidades de la tecnología de las gafas, cuyo único reparo es que, quizá, resta tiempo a que el guión desarrolle cómo se van construyendo las relaciones entre los personajes (si bien el momento de la aceptación de la presencia del chico por parte del dragón es estupendo).

Sin embargo, son sólo pequeños aspectos que evitan que la película se convierta en una obra maestra y que, en ningún caso, desmerecen la probablemente mejor obra arrojada por la DreamWorks desde el primer “Shrek” (Andrew Adamson y Vicky Jenson, 2001). Un estreno que tiene en su contra la cercanía de dos títulos como “Furia de titanes” (Louis Leterrier) y “Alicia en el país de las maravillas” (Tim Burton) en la competencia por las aún escasas salas con tecnología de proyección tridimensional. Pero sería una verdadera lástima que no llegase a todo su público potencial por esa circunstancia. Y lanza además una pequeña alerta, que esperemos no vaya a más: ¿cómo puede ser que Disney haya dejado escapar a esta pareja y que, por contra, lo nuevo de Pixar sea una secuela como “Toy Story 3″ (Lee Unkrich)? Es buena noticia que la semilla crecida a la sombra del estudio del ratón fructifique en otros sitios más necesitados de creatividad, pero esperemos que no esté a la vez anunciando la sequía de la fuente original. Está bien todo lo que sea sumar, pero no están las cosas como para andar derrochando oportunidades para la maravilla.

Calificación: 7/10

“Cómo entrenar a tu dragón”: Increíble, DreamWorks casi se parece a Pixar

Escrito por Joaquín R. Fernández

Tal vez una de las mejores obras de DreamWorks Animation, encontrándonos con una historia consistente y unos personajes muy bien desarrollados. Una propuesta entretenida y especialmente recomendable para el público familiar.

Lo único que sentí cuando vi el primer tráiler de “Cómo entrenar a tu dragón” fue una absoluta y preocupante indiferencia. Teniendo en cuenta la irregularidad de DreamWorks Animation, creía que de nuevo nos hallaríamos ante uno de esos innumerables títulos repletos de gags facilones que con el paso del tiempo ya no tienen gracia y que en general únicamente buscan seducir a un sector de la platea muy, muy infantil. Por suerte, estaba equivocado… Y es que la nueva propuesta del estudio que dirige Jeffrey Katzenberg es una estupenda cinta familiar en la que se mezclan con acierto géneros tan diversos como la acción, la aventura, la fantasía, la comedia e incluso el drama.

Los responsables del filme son Chris Sanders y Dean DeBlois, los mismos realizadores de “Lilo & Stitch”. El primero abandonó Disney tras llevar años trabajando en la compañía y después de que John Lasseter no estuviera de acuerdo con la forma en la que quería sacar adelante “Bolt”, que luego pasó a manos de Chris Williams y Byron Howard. El caso es que esto les ha permitido recalar en una major de la competencia y gestar una espléndida película en la que la historia y los personajes están verdaderamente cuidados, algo inusual en las producciones de DreamWorks. No es ya que la cinta resulte entretenidísima, sino que además cuenta con un elaborado guión en el que sobresale la lógica evolución de los protagonistas y la seriedad de algunos de sus diálogos, por no hablar de su arriesgada conclusión.

Desconozco si todo ello se debe a los orígenes literarios del largometraje, pero la cuestión es que nos hallamos ante una de las escasas ocasiones en las que DreamWorks Animation ha querido crear un cuento intemporal y, salvo por determinados momentos, no supeditado a ciertas modas contemporáneas (vamos, lo que viene haciendo Pixar en los últimos tiempos). De hecho, me ha sorprendido la forma en la que la cinta aborda ciertas temáticas, caso de las expectativas que los padres tienen con respecto a sus hijos, los temores de los seres humanos hacia lo desconocido, la competitividad en una determinada sociedad o la existencia de alguien diferente dentro de la misma. No obstante, la verdadera magia del filme reside en la entrañable historia de amistad que se va forjando entre Hipo y el dragón que precisamente el citado muchacho consigue derribar (atención a los magníficos pasajes en los que, casi sin palabras, observamos cómo poco a poco los dos se van ganando una mutua confianza). En definitiva, una auténtica y sorprendente delicia…

Calificación: 8/10

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