CRÍTICA DE BUSCANDO A NEMO EN DECINE21.COM

jueves, 9 de diciembre de 2010

Evasión en la pecera

El pez payaso Marlin pierde a su esposa y a sus futuros hijos por el ataque de un enorme pez. Poco después, eclosiona el único huevo que ha podido salvar, dando lugar al nacimiento de Nemo. Temeroso de que la tragedia se repita, Marlin prácticamente no deja que su vástago se aleje del arrecife que sirve de hogar familiar, y no es capaz de dejarle solo ni siquiera en su primer día de clase. Para probar su libertad, en un tonto ataque de rabia, Nemo le desobedece y se aventura mar adentro, con tan mala suerte que es capturado por un submarinista.

Aunque el barco en el que viaja es más rápido que él, Marlin sigue su estela hasta que desaparece, y luego trata de recuperar unas gafas de buceo que se le han caído, con su dirección. Aunque Marlin lo ignora, se trata de la consulta de un dentista en Sidney, a cuya pecera va a parar Nemo junto con un grupo de peces desquiciados. Si no consigue escapar, acabará siendo un regalo para la nerviosa sobrina de su nuevo dueño. Mientras tanto, Marlin emprende una desesperada búsqueda de su hijo. En su camino le ayuda Dory, una simpática pez que a pesar de sus buenas intenciones sufre síndrome de Korsakov, lo que le provoca que olvide con rapidez los sucesos recientes. Juntos encontrarán inesperados aliados, pero también grandes peligros.

El último trabajo de Pixar, pioneros de la animación por ordenador, y creadores de cintas tan memorables como Toy Story y Monstruos, S.A., se ha convertido con toda justicia en la cinta de animación más taquillera de la historia, desbancando a El rey león. Y esto se explica, como es habitual en la compañía, por un guión redondo que combina un tono humorístico a base de diálogos que parecen sacados de la alta comedia clásica, con un trasfondo muy serio que exalta la paternidad. De hecho, el tema central, la sobreprotección de los hijos, proviene del miedo a ser un mal padre del propio director, Andrew Stanton, impulsor del proyecto, y hasta ahora colaborador habitual del máximo responsable de Pixar, John Lasseter, que esta vez ejerce como productor ejecutivo. A mediados de los 90, Stanton pasaba la mayor parte del día en la oficina, dedicando poco tiempo a su hijo, lo que produjo cierto sentimiento de culpa. "Cuando íbamos al parque me pasaba todo el tiempo diciendo: ¡No toques eso! ¡No te metas ahí!", explica. "Así que al final me di cuenta de que iba a echar todo a perder, y que el miedo puede hacer que la gente se convierta en malos padres". El guión, dirigido también a los más pequeños, intenta justificar este tipo de comportamientos de los padres, haciéndoles entender que si alguna vez se exceden, es por su propio bien.

La parte de la evasión de la pecera se basa en la realidad, exactamente en las visitas infantiles al dentista de Stanton. Cuando el director veía los peces de la consulta, imaginaba que al final idearían un método para salir de allí. Un día le propuso hacer una película sobre esto a John Lasseter, pensando que no le haría demasiado caso. Pero éste le respondió: "Tranquilo, desde que pronunciaste la palabra peces he dado luz verde al proyecto".

Otro de los puntos fuertes de cualquier trabajo de Pixar es la calidad de la animación, de estilo realista. La compañía vuelve a demostrar que es insuperable en su tratamiento de texturas casi reales, aunque quizás les quede por mejorar en las figuras humanas. Además, esta cinta supone un gran avance en cuanto a recreación de líquidos, que por lo visto hasta ahora era la asignatura pendiente de la animación digital, pues no conseguían ser lo suficientemente convincentes.

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