CRÍTICA KUNG FU PANDA EN LABUTACA.NET
jueves, 9 de diciembre de 2010
Desde un punto de vista económico, DreamWorks Animation no puede quejarse. Tras unos aceptables inicios (“El príncipe de Egipto”), la compañía creada por Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen fue dejando a un lado los dibujos en dos dimensiones y, después del descomunal éxito de “Shrek”, se centró en sacar adelante diversas cintas generadas por ordenador. Aunque se había conseguido un propósito, esto es, luchar de igual a igual con Disney en un género que una década atrás tan sólo tenía un rey, la calidad de la mayoría de los títulos que iban estrenando no es que fuera precisamente una maravilla.
“Shrek Tercero” supuso un verdadero mazazo para el estudio, ya que, a pesar de sus soberbios ingresos en la taquilla mundial, la crítica y el público no es que recibiera el filme con los brazos abiertos (de hecho, los usuarios de la Internet Movie Database la calificaron muy por debajo de sus anteriores entregas). No es de extrañar, pues, que existiera cierto temor a lo que nos podían ofrecer con “Kung Fu Panda”, cinta en la que un oso sueña con ser un auténtico especialista en las artes marciales. Cuando se entera de que el maestro Oogway va a elegir al gran Guerrero Dragón, acude presto y veloz al evento, resultando ser él el seleccionado. Ahora deberá entrenarse para hacer frente a Tai Lung, quien se ha escapado de su prisión y, lleno de ira, se dirige al lugar en el que se encuentra Shifu, el mentor de los afamados Cinco Furiosos.
Aunque “Kung Fu Panda” no es una película desternillante, al menos sí resulta divertida y agradable de ver, convirtiéndose en una recomendable propuesta familiar. Cierto que peca de un acusado infantilismo y que de ninguna manera sus planteamientos podrían calificarse de arriesgados, pero al menos se nos cuenta una historia, por muy sencilla que ésta sea, y no se busca introducir una serie de gags de manera poco sutil y forzada. De hecho, algunos de sus personajes enseguida consiguen la aprobación del espectador gracias a su incuestionable carisma, caso de Shifu, Oogway o incluso el villano de la historia, mientras que Po es objeto de nuestras simpatías, no sólo por sus habituales meteduras de pata, sino principalmente por el hecho de que nos identificamos con él (la típica persecución de un sueño).
Curiosamente, la presencia de los Cinco Furiosos no es tan determinante como uno pudiera esperar en un principio, algo en parte lógico, ya que hubiera sido muy aburrido el tener que ir presentándonos la vida de cada uno de ellos (ya se ocuparán de hacerlo en un posible spin-off de la cinta original, de eso no me cabe la menor duda). Los mejores pasajes del filme los hallamos en las escenas de acción, vertiginosas y muy cuidadas, puesto que, por lo general, se han confeccionado añadiéndoles una estupenda comicidad, algo que se percibe de forma especial en determinadas coreografías (el entrenamiento de Po o la lucha final, por ejemplo).
Además, “Kung Fu Panda” es una película que está muy bien hecha, destacando su jovial colorido, la animación de los personajes y, sobre todo, el detalle con el que están recreados algunos de ellos (sólo hay que fijarse en su pelo para corroborarlo). No es una obra de arte y, por supuesto, se encuentra a años luz de las últimas producciones de Pixar, pero, si sigue por este camino, quizás algún día DreamWorks pueda convertirse en algo más que en una fábrica de hacer dinero. Por desgracia, secuelas como la de “Madagascar” no es que inviten al optimismo…
Calificación del film: 7/10
Calificación de la BSO: 6/10
Escrito por Joaquín R. Fernández
Si la maravillosa nueva propuesta de Pixar, “WALL·E”, ha marcado un punto de inflexión en el desarrollo de la cinematografía digital por su enfoque lírico y dramático —al menos durante buena parte de su metraje—, no hemos de olvidar que nos referimos a un género que encuentra su razón de ser, al menos de momento, en el público infantil y familiar. Y a ello responde lo último de la división animada de DreamWorks, una propuesta fantástica que busca y halla su hueco entre los grandes lanzamientos comerciales del periodo estival.
Todos tenemos nuestros sueños, y el bueno de Po (con la voz de Jack Black en su versión original) no iba a ser menos: quiere ser un maestro de las artes marciales, y poder compartir batallas y gloria con aquellos a los que admira por encima de cualquiera en el Valle de la Paz en el que vive, los Cinco Furiosos, entrenados y comandados por el venerable maestro Shifu (Dustin Hoffman). Durante la ceremonia de elección del Guerrero Dragón, aquel que deberá librar al territorio de toda amenaza, se produce un lamentable —en principio— error que deriva en que este oso panda patoso y bonachón sea designado como el que habrá de hacer frente al vil Tai Lung (Ian McShane), el guepardo de las nieves. A partir de ese momento, tendrá que someterse a un duro entrenamiento para derrotar a tan temible enemigo… si consigue dejar de engullir todo lo que se pone a su alcance. Aunque hayamos señalado al principio que “Kung Fu Panda” es una propuesta palomitera y abiertamente infantil, eso no quiere decir que una platea más adulta no vaya a disfrutar enormemente con esta disparatada historia absolutamente hilarante y que enarbola una comicidad saludable y abiertamente recomendable. Desde los primeros instantes, la trama nos presenta un anti héroe con el que podemos sentirnos identificados en sus ansias de superación personal y de conseguir llegar un poco más lejos en la vida, todo ello filtrado por un humor constante que preña un argumento pensado para que los más pequeños no cesen de reír gracias a un catálogo descacharrante de trompicones, golpes, porrazos y desvaríos visuales varios propios de un delicioso cartoon clásico.
Ahora bien, sobre este sencillo hilo narrativo cimentado sobre el arquetípico argumento Bien versus Mal, el equipo despliega una genialidad técnica que resulta, por lo meticuloso, casi experimental. Así, el montaje ofrece imágenes aceleradas, slow motion e incluso secuencias rodadas al estilo bullet time, cada vez más habitual en el género de acción más hiperbólica; se juega muchísimo con el viento, con elementos delicados que se mecen por su efecto como hojas o copos de nieve, abundan los reflejos en el agua, las llamas y las sombras temblorosas proyectadas por doquier, los contrastes de luces y colores… en definitiva, singulares elementos que, en conjunto, marcan un nuevo paso adelante —uno más, por increíble que parezca— en el desarrollo de las producciones CGI, un catálogo que se devora a sí mismo con una celeridad realmente sorprendente. Tal minuciosidad se dispone subordinada a una narración veloz, dinámica y visualmente despampanante, sin más complicaciones que las necesarias a la hora de preparar y presentar un producto correcto en el que lo mejor es dejarse llevar por un mundo recreado al detalle y abundante en ironías, no por obvias menos efectivas a la hora de dibujar sonrisas cómplices en una audiencia más madura. Una vez más, animales digitales nos enseñan las lecciones de la vida de manera afable, liviana y simpática; y una vez más, nos lo hacen pasar de maravilla.
Calificación: 8/10.
Escrito por José Arce
Después del bombazo de “Shrek”, parecía que la DreamWorks andaba un poco despistada, a pesar del espejismo de éxitos puntuales como “Madagascar”. Mientras que Pixar, esa compañía que por méritos propios se ha ganado ya a pulso el ocupar un puesto en la Historia del Cine, en cada nuevo título ha seguido llevando un poco más allá las posibilidades expresivas y artísticas de la animación por ordenador, los intentos de los chicos del logo del lunático niño pescador cada vez semejaban más patéticos intentos por repetir la jugada del ogro verde, aplicando una fórmula presuntamente “más adulta” que, sin embargo, lo único que obtenía como resultado eran productos cada vez más prefabricados y sin vida.
Hasta ahora. Porque, aunque hay que reconocer que “Kung Fu Panda” es una película que respira fórmula por los cuatro costados, desde la historia de superación de un orondo oso que se ve en la tesitura de convertirse de la noche a la mañana en el mayor luchador de todos los tiempos, hasta los tópicos de las cintas de artes marciales, al menos no se puede negar que esta fórmula se ha aplicado correctamente. Y eso, dados los tiempos que corren, no es poco. Sobre todo porque sus responsables no se han dejado llevar por esa exasperante costumbre de los últimos tiempos que parece confundir espectacularidad con metrajes kilométricos y agotadores: es toda una señal de respeto para el espectador que la duración de esta película se ajuste a la hora y media… e incluso, hay que decir que, por una vez, si hubiese durado un poco más, no nos hubiera importado. Y eso sí que es raro: quedarse con ganas de más, en lugar de ahítos y hartos de celuloide basura.
Y ese respeto se extiende al envoltorio de la propuesta, una auténtica maravilla visual en la que la técnica de animación alcanza niveles no tan habituales en DreamWorks (quienes, puestos en plan factoría, han llegado a facturar cintas por debajo de sus capacidades), y en la que la influencia china regala momentos de una gran belleza que se acoplan a la perfección con la historia narrada. Y así, los títulos de crédito iniciales son una gozada que abre las puertas a una película que aprovecha para crear hermosos planos sin caer en el preciosismo cargante (y que en algún momento, salvando la diferencia técnica, parece remitirnos al “Mulan” de Disney).
Sin embargo, sus codirectores tienen muy claro que no están haciendo historia, sino un producto taquillero que tiene bien acotada su función: saquear las taquillas de medio mundo en un momento en el que China, gracias a sus ya inminentes Juegos Olímpicos, está de moda. Y eso, contra lo que podría parecer en un principio —si se observa desde un estúpido prejuicio que olvida que el cine es, en el fondo, arte más industria (aunque algunos cambien el orden de los sumandos)—, es perfectamente legítimo… cuando el producto se sirve sin trampa ni cartón, como es este caso, y sin convertir la concepción del entretenimiento en burla y desconfianza hacia el público.
La lástima, como siempre en estos casos, es que la inmensa mayoría de los espectadores vayan a perderse la paleta de voces simplemente inmejorable de la versión original: Jack Black se acopla a la perfección a su panda, Dustin Hoffman podría perfectamente figurar en la galería de maestros de artes marciales al mismo nivel del legendario Miyagi de “Karate Kid, el momento de la verdad”, y el resto (Angelina Jolie, Jackie Chan, Lucy Liu, Michael Clarke Duncan…) completan un reparto que va más allá de la mera colección de voces famosas. Pero me van a permitir que reserve las últimas líneas para Ian McShane, la del pérfido Tai Lung, entre otras cosas porque es una de las de mayor personalidad y presencia que pueda encontrarse en lengua inglesa… Hasta en eso nos ha cuidado “Kung Fu Panda”, ¿qué más podemos pedir?
Calificación: 6/10
Escrito por Miguel A. Delgado
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