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jueves, 9 de diciembre de 2010

“Shrek, felices para siempre”: The end

Escrito por José Arce

El ogro de DreamWorks, que tanto aportase en su momento al pujante sector de la animación digital, se despide en un epílogo tan desangelado como su inmediato precedente. Un divertimento rápido y sin demasiados aportes destacables.

«Antes era un ogro, ahora soy el colega verde del bosque». Shrek (voz de Mike Myers en la versión original) lleva una vida tranquila y relajada junto a Fiona (Cameron Diaz) y sus pequeños. Demasiado tranquila, demasiado relajada para él. Así que cuando Rumpelstiltskin (Walt Dohrn) le ofrece un trato suculento para volver a recuperar su feroz pasado por un día, es incapaz de resistirse… Nueve años después de sorprender a propios y extraños con una primera entrega tan esmerada como desternillante, “Shrek, felices para siempre” marca por fin el epílogo de una franquicia que se ha ido desgastando a cada paso, especialmente en un tercer peldaño francamente a olvidar y tristemente similar en sus méritos a esta despedida de la pandilla de Muy Muy Lejano.

Los síntomas de agotamiento que presentaba el personaje central en su anterior aventura se subrayan y evidencian de modo definitivo en esta nueva propuesta, adolecida en exceso por un guión tan forzado como simple en su desarrollo y puesta en escena. Los cartuchos basados en la visión familiarmente cáustica de los grandes clásicos de los cuentos infantiles se gastaron hace mucho, mucho tiempo, de manera que los acontecimientos que ahora se proponen no tienen prácticamente nada que ofrecer a un palco ya habituado a las lindezas de la animación digital de primer nivel, superior en muchos casos a la que luce esta película; la decepción es aún mayor cuando DreamWorks Animation acaba de ofrecer su mejor producción hasta la fecha, la espectacular y despampanante “Cómo entrenar a tu dragón”.

Por otro lado, una de las patas angulares de la serie, los elementos secundarios, cae aquí a un pozo de olvido para centrar prácticamente toda la atención en el simpático ogro que se enfrenta a una subversión radical del desarrollo de las narrativas que le han llevado hasta este momento. Ahora, Fiona, Asno (Eddie Murphy) y Gato (Antonio Banderas) se desdibujan en un planteamiento cansino e improbable, abandonada ya toda esperanza de hallar un hálito humorístico que envuelva el mensaje derivado de los acontecimientos: la aceptación de uno mismo, la celebración de sus circunstancias, el no obrar a destiempo para no tener que arrepentirse después. Pensar antes de actuar, en definitiva, en un camino que, como no podía ser de otra manera, se orienta a que todos sean merecidamente felices y coman perdices para siempre. Y, sin más, fin, the end.

Calificación: 4/10

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