CRÍTICA WALL-E EN EL DIARIO DE HOY

miércoles, 8 de diciembre de 2010

CINE. WALL-E: “YO NO QUIERO SOBREVIVIR, QUIERO VIVIR”
25 Mar 2009 Por Antonio De Biase

TITULO: WALL-E. PAIS: EE.UU. GÉNERO: ANIMACIÓN, AVENTURAS, FANTÁSTICO, ROMANCE, INFANTIL. DURACIÓN: 103 MIN. AÑO: 2008. GUIÓN Y DIRECCIÓN: ANDREW STANTON. PRODUCTORA: WALT DISNEY/ PIXAR. CALIFICACIÓN “EL DIARIO DE HOY”: 10 (EXCELENTE)

Uno intenta explicar la perfección de un film de animación y en cierta gente produce el escozor del escepticismo. Se preguntan: “¿Cómo puede ser que una película de dibujos haga reflexionar al público adulto?“. Vamos, atrévase, déjese llevar…

En el año 2700, en una desvastada Tierra, tras cientos de años haciendo aquello para lo que fue construido (limpiar el planeta de la basura), el pequeño robot WALL-E, descubre una nueva misión en su vida, cuando se encuentra con una moderna robot exploradora llamada EVA. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura.

Hasta allí, la sinopsis fría y desprovista de sentimientos de una historia que generará en el telespectador todo lo contrario. Si bien mis intenciones no son contar las partes importantes de la película sería inútil no comentarles que habla acerca de la conciencia de los seres humanos por la protección de la Tierra, de cómo se van perdiendo los valores esenciales y cómo la superficialidad va ganando terreno. En este contexto, Wall-E nos enseña el retorno al camino de la felicidad de la manera más tierna y desprovista, obviamente, de malas intenciones. Es insoslayable el mensaje que le deja a los chicos, pero es una lección fortísima de valores éticos y morales que carece el ser humano por estos tiempos. Y es una alarma desesperada al accionar de toda la humanidad del siglo XXI que está, poco a poco, destruyendo su hogar.
Lo que sucede realmente con WALL E es que la película lo cuenta con una belleza visual, con una fotografía y un acompañamiento musical únicos, provocando en la teleplatea las reacciones más genuinas de las que se puede esperar de un ser humano: la emoción, el escalofrío, la lágrima, la carcajada, la preocupación, la angustia, la esperanza, la rebeldía. Sentimientos que en los tiempos en que vivimos parecen ir desvaneciéndose poco a poco.

Apenas empezado el film uno se pregunta cómo hará un pedazo de metal casi retorcido para edificar una historia que nos llegue y nos interese. Es así que pasados apenas diez minutos uno ya se enamoró de esa chatarra que deambula por una abandonada ¿Nueva York?, y resulta cómplice de sus aventuras.

Cómo no enarmorarse de su robótico baile al ritmo de Put on your sunday clothes, de “Hello, Dolly”, o de esos “dedos” metálicos desesperados en engarzarse con los de Eva, mirándola a través de esos dos ojos tan tristes.

Quizá la única gran crítica puede ser su mayor virtud: instalarle a los chicos un problema de los adultos. Cómo evitar el holocausto de la tierra y la humanidad, protegiendo de una vez por todas el planeta. En verdad, parece ser un tema MAYOR para los más pequeños, que en la sala quizá no lleguen a adivinar, al menos, concientemente, de qué se trata todo esto. Sin embargo su mensaje es tan loable y la manufactura (el medio) a través de la cual llega a nosotros es tan impecable, que es imposible no rendirse a sus pies.

Decir que es de recomendable, o yo diría, INDISPENSABLE visión, no sólo por parte de los más pequeños, sino de nosotros, los mayores, es entrar en obviedades. Este film, ganador del Oscar 2009 al mejor largometraje de Animación y Globo de Oro en la misma categoría, nos transporta a un mundo mágico, en donde nuestro corazón recordará momentos imborrables de nuestra infancia, y donde nuestro adulto intelecto se preguntará innumerables cuestiones que quizá no encontrarán respuestas inmediatas.

En definitiva, una obra maestra de Pixar que una vez más, se supera a si misma. Yo creía que Ratatouille había sido el punto culminante de la obra creativa de la productora, pero una vez más me vuelve a sorprender.

Es como cuando un aroma nos transporta al momento más inolvidable de nuestra niñez, nos eriza la piel y nos subyuga. Eso es lo que produce WALL-E en el frío, insensible e inmoral corazón de los humanos.

Vamos, déjese llevar…

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