CRÍTICA DE MONSTERS INC. EN LABUTACA.NET

miércoles, 8 de diciembre de 2010

CRÍTICA por Miguel Á. Refoyo

Creando monstruos… y magia

El cuarto largometraje de Pixar evoluciona progresivamente hacia un cine infantil de extrema calidad con un delicado argumento lleno de emoción y aventura

‘Monsters, Inc.’, la nueva odisea digital de la factoría Pixar de John Lasseter, se convirtió, mucho antes de su finalización, en el estreno de animación más esperado de la temporada. Una de las causas de este inusual ímpetu por ver lo último del género pixelado ha sido verificar cómo respondería a la gran acogida de crítica y público que tuvo a mediados del año pasado la rival en los próximos Oscar (estrenando categoría) ‘Shrek’, el contrapunto que la Dreamworks ha plantado a un sector auspiciado por la Disney. Ambas obras se han convertido en un auténtico fenómeno dentro del cine de animación digital contemporáneo. Las expectativas puestas en el producto de los creadores de la saga de ‘Toy Story’ y ‘A bug’s life’ se han confirmado con esta prodigiosa cinta como los monarcas de la esfera animada digital, que afianza a la Pixar como los auténticos dómines dentro de un mercado en plena revolución.

Si el ogro creado por Andrew Adamson y Vicky Jenson llevaba consigo la etiqueta de transgresora con su antifábula políticamente incorrecta y díscola, la evolución de Pixar rehabilita con ‘Monsters, Inc.’ la continuación de un cine desplegado con un objetivo específico que radica en devolver al cine infantil su nobleza, su tono épico y espectacular y, sobre todo, la ponderación de la calidad en un género que estaba cayendo, con los prototípicos musicales animados de Disney, en la más de las irritantes indolencias. Esta película dignifica el cine para niños, ampliando, de forma inteligente, su magnético efecto hacia unos adultos que disfrutan y viven el mismo espectáculo que enamora a los más pequeños. El cine digitalizado que muestra ‘Monsters, Inc.’ juega así sus bazas, que se mueven entre su propósito diáfano de subir su insuperable listón en el cine de animación y el descarado entretenimiento, capturando a un público global que cae rendido, como ha sucedido en sus tres anteriores obras maestras, ante la delicadeza de sus planteamientos y de un acabado formal que roza la excelsitud.

Pete Docter, alumno privilegiado del gran maestro Lasseter (auténtico preceptor del género), recoge el testigo del ‘oscarizado’ cineasta para prolongar el ascendente rumbo del prodigioso universo de Pixar. Retomando la intención de ‘Shrek’ a la hora de destruir los tópicos del cine de animación, no existen en ‘Monsters, Inc.’ los perennes números musicales a los que sometía la Disney a sus espectadores, pero sí ese albor e intención púdica y moral de los términos fundacionales del cine de animación clásico. La historia escrita por Andrew Stanton y Daniel Gerson se centra en la simplicidad manifiesta de su traslúcida estructura argumental para que llegue al público demandado, es decir, al niño. Esta maravilla visual narra la historia de Sulley y Mike, el mejor equipo de asustadores de Monstruópolis, currantes de la empresa ‘Monsters, Inc.’, dedicada a conseguir la energía necesaria para la ciudad procedente de los gritos de los niños de todo el mundo. Son los mejores, baten récords y Sulley es una celebridad. Hasta que sus vidas se ven alteradas por el peligro más temidos por los habitantes de este cuento, la intrusión en su mundo de una niña de dos años por culpa del villano de la cinta, un monstruo malévolo y ambicioso llamado Randall.

Con un indisoluble espíritu familiar de fondo, el filme superpone a su condición de proeza visual una solvente y briosa narración aferrada al sentido más depurado de su condición cristalina, de su incondicional infantilismo, llena de un agradable propósito ético que en las películas creadas por Lasseter obtiene situarse en el legado de suntuosidad de los mejores trabajos del tío Walt. Pero esos valores paradigmáticos y ecuménicos no caen en el siempre fácil empacho, debido, entre otras muchas cosas, a la buena combinación que producen sus estudiadas dosis de acción, humor, drama, aventura y un punto de ternura en el que los miedos infantiles y el terror cotidiano representado en el monstruo que guarda cada armario de niñez, se escarnece y metamorfosea en la asombrosa animación binaria de esta factoría de sueños.

‘Monsters, Inc.’ se acerca más a la línea épica seguida por las dos partes de ‘Toy Story’ que al divertimento fabulesco de ‘A bug’s life’, logrando captar el subconsciente infantil que todos llevamos dentro. La desmitificación del monstruo aterrador, no sólo juega con esa intención de salvaguardar la candidez del pequeño, sino que, entre líneas, escruta el concepto de corporación moderna, de las grandes empresas y sus sucios objetivos basados en la codicia y el poder. Aun así, más allá de cualquier divagación trascendente, ‘Monsters, Inc.’ propone un deleitable cuento melancólico de la parábola dicotómica del bien y el mal, de las virtudes de los valerosos héroes (o antihéroes, como es el caso) y las terribles inclemencias de los villanos. Un espléndido apólogo animado con personajes llenos de vida y emoción en el que las constantes referencias al cine de los 80 (con esa soberbia y frenética secuencia de las puertas que recuerdan a la de ‘Indiana Jones y el templo maldito’) hacen asequible el sueño de un cine nostálgico, pero innovado, permutado en un difícil ennoblecimiento del cine infantil. En consecuencia, una cinta que representa la superación modélica y ejemplar de un género que renace con cada trabajo de esta empresa digital. ‘Monster, Inc.’ identifica su alma melancólica con una frase del film: "los niños de ahora ya no se asustan con nada". Un aforismo que hace reflexionar sobre la precoz pérdida de la inocencia en una sociedad cada vez más inicua y carente de integridad. Todo ello bajo las notas de uno de los compositores fundamentales del cine de Hollywood, un Randy Newman en plena forma que consigue con la obra de Docter uno de sus mejores trabajos hasta la fecha. ‘Monsters, Inc.’ es, por tanto, una de las cintas imprescindibles de la temporada.


CRÍTICA por Tònia Pallejà

El ogro verde gana la batalla

Los esfuerzos llevados a cabo por la Disney para estar a la altura de sus principales competidoras son, innegablemente, meritorios. También lo son sus intentos -gracias a su asociación con la Pixar- de desvincularse de esa imagen que había empezado a quedar anticuada en el campo de la animación en los tiempos que corren. Aunque debería señalar, de paso, que nunca he desmerecido los resultados de una animación tradicional de calidad, siempre que estén respaldados por una historia entretenida y sugerente, y que sea capaz de confeccionar unos personajes con agarre (en el extremo contrario se hallarían casos como el de Final Fantasy, que demuestra una extraordinaria pericia tecnológica pero totalmente vacía de contenido e interés). Así pues, técnicamente hablando, Monstruos S.A. se halla al nivel, cuando no por encima -y aquí entraríamos en detallismos sobre texturas y movimientos-, de la reciente Shrek, obra de Dreamworks. Sin embargo, a nivel argumental, el último producto de la Disney no puede renegar de su pasado tradicional y acaramelado, y su enquilosada prudencia le impide dar ese salto adelante que sí realizó Shrek, y que lo convirtió en un excelente trabajo de animación por ordenador que arropaba un relato no menos memorable, revolucionando la parcela de terreno en la que se veía enmarcado.

La comparación entre ambas películas es inevitable, no sólo por su consecución temporal, o por la similitud de sus planteamientos (protagonistas destinados a generar miedo, mundos imaginarios fruto de la fabulación...), sino porque además se trata de dos producciones parejas en cuanto a género y a herramientas empleadas. A pesar de ello, las diferencias son también evidentes y decantan la balanza en favor de Shrek. Si en la cinta del ogro verde se proponía una perversión de los tópicos, una inversión de papeles en todos los sentidos, que aportaba un aire fresco y gamberro al relato, en Monstruos S.A., esta alteración de lo convencional es sólo superficial. Cruzamos la puerta y se nos muestra qué hay al otro lado del armario, eso que tanto aterroriza a los niños en su soledad nocturna. En cierta forma igual que en Harry Potter, se nos ofrece la trastienda de un universo ficticio y enigmático, y vemos los entresijos de Monstruópolis, una ciudad con estética retro, pero que, salvo por algunas ocurrencias en su funcionamiento, no esconde mayor sorpresa, como tampoco la esconde la trama a través de la que sus personajes ven engarzadas una peripecia con otra.

Por otra parte, Monstruos S.A. dispone de un guión correcto, en reducidas ocasiones simpático, pero sin la efervescencia, el ingenio y la "incorrección política" del de Shrek. Monstruos S.A. es puro Disney, maquillado de innovación digital, pero que en definitiva sigue la línea clásica de la factoría, es decir, se trata de una película destinada mayoritariamente a un público infantil, en la que encontraremos todos los ingredientes habituales sin ninguna intención de salirse del camino marcado; mientras que Shrek es un film que propone una doble lectura, a un nivel inferior para los niños y a un nivel superior para los adultos, que, a fin de cuentas, son quienes van a captar la totalidad de gags y guiños humorísticos, tanto los basados en la acción como aquéllos que tienen un soporte verbal.

En cuanto a la reacción del espectador, poco menospreciable por su elocuencia, cabe decir que cuando Shrek despertaba risas en la sala prácticamente a lo largo de su proyección, Monstruos S.A. no consigue arrancar más que alguna sonrisa condescendiente. Si el ritmo frenético que imponían los diálogos y aventuras de Shrek apenas otorgaban tregua a la diversión y la complicidad, Monstruos S.A. no invita a mantener la atención y, con excepción de algunos episodios anecdóticos, puede incluso llegar a aburrir.

De esta forma, y sin ningún género de dudas, el ogro verde gana la anunciada batalla frente al corpulento monstruo de pelaje azul, y Monstruos S.A. queda convertido en un nuevo intento más, por parte de Disney, de volver a recuperar su trono.


CRÍTICA por Manuel Martínez March

Disney es una de esas factorías de productos que saben rentabilizar los hallazgos, sean propios o ajenos, a la hora de maximizar los beneficios. Así que, retomando los métodos de trabajo de Toy Story y tras el fracaso (merecido en mi opinión) de El emperador y sus locuras, la Disney apuesta de nuevo por la animación generada por ordenador combinada con buenas dosis de humor.

Desde luego, el resultado técnico es impecable. Monstruos, S.A. es un auténtico alarde de virtuosísmo animador. Llena de color, de movimiento y acción, la película está, a este nivel técnico, a la altura de Toy Story. Y, como he dicho, siguiendo la estela de ésta, todo este despliegue informático se realiza alrededor de una historia que juega con la siempre efectiva y admirable premisa de "el mundo al revés". Si en aquélla eran juguetes que cobraban vida, ahora son unos monstruos -los monstruos que se esconden en el armario para asustar a los niños- los que cobran cualidades humanas. Y todo esto conducido por un sentido del humor ácido, mordaz, muy poco infantil en muchos momentos. Desde luego se pretende que quienes acompañan a los críos disfruten. Y se consigue. La cinta está plagada de guiños de humor corrosivo, acertados siempre.

Sin embargo, y siendo todo esto elogiable y dando un resultado entretenido, la película adolece una falta de historia central sólida. Lo que se cuenta (una niña que consigue entrar en el mundo de los monstruos y todos los embrollos que origina) pierde interés poco a poco, a medida que avanza la película. El espectador se queda en ese plano del guión con diálogos con chispa, con la parte gráfica del asunto, dejando de lado lo que en realidad debía ser el centro de toda película: la historia que se quiere contar.

No tengo ninguna simpatía por la Disney. Más bien al contrario. Sin embargo, lo que es justo es justo. Quizá Monstruos, S.A. no pase (ni mucho menos) a la Historia del Cine, pero entreniente en lo que dura y es visualmente estupenda, haciendo especial mención a los brillantes créditos del principio de la película.


CRÍTICA por Joaquín R. Fernández

Puntuación: 8 /10
Banda Sonora Original: *****

Parece mentira que, tras presentar con orgullo anteriores muestras de su incesante creatividad, la gente de Pixar aún tenga imaginación suficiente como para brindarnos productos tan "rompedores" como Monstruos, S. A. Sería una pena que la calidad de este filme pudiera pasar desapercibida ante el apabullante (y justificado) fervor de la crítica hacia Shrek. No es cuestión de hacer comparaciones, pero será curioso comprobar cómo el primer Oscar que se conceda a una cinta animada seguramente no vaya a parar a las manos de Disney. Una absoluta injusticia, aunque sólo sea por reconocer la influencia que nos ha legado este asombroso imperio de la diversión.

Bien, dejemos a un lado el aspecto técnico de esta obra. Lanzar continuas loas hacia la infografía de Pixar es algo ya habitual, y no resulta original decir que la calidad gráfica que han alcanzado vuelve a situarles en la cima de toda su filmografía. Hecho el elogio acerca de la excelencias técnicas de Monstruos, S. A., centrémonos en la inventiva de quienes han escrito el argumento de una historia en la que cabe la posibilidad de que exista un mundo completamente diferente al que conocemos.

Hemos visto juguetes que hablan e insectos que se organizan para sobrevivir a un enemigo común, pero es justo reconocer el ingenio que hay que tener para dibujar un universo en el que nuestros temores cobran (cómica) forma de dibujo animado. Así, la película es todo un compendio de deliciosos detalles, un cúmulo de gags basados en las peculiaridades de toda una sociedad de monstruos que se ganan la vida asustando a los niños mientras duermen en sus habitaciones. La personalidad de los protagonistas y de todos los personajes secundarios que los rodean están muy bien definidas, consiguiendo con ello una exitosa complicidad con el espectador. A través de un ritmo endiablado, vamos conociendo a Sullivan y Wakowski, siendo el primero un auténtico ídolo entre los suyos, pues ostenta el récord de gritos de niño capturados (alaridos que, por genial ocurrencia de los guionistas, son energía fundamental para los habitantes de Monstrópolis). Sus tranquilas y apacibles vidas pronto se verán perturbadas cuando una inocente niñita atraviese el armario que comunica su mundo con el de los humanos; a partir de ese momento, el delirio y la carcajada están servidos, aunque tampoco falta la consabida emotividad marca de la casa (Sullivan dándose cuenta de que comienza a sentir cariño por Boo).

En definitiva, una película de desbordante originalidad (de verdad, imaginar de una forma tan detallada el hilarante mundo de Monstrópolis no debe de ser nada fácil). Es ingeniosa (los monstruos preparándose para llevar a cabo su faena diaria), divertida (atención a la parodia que se hace del estilo Bruckheimer) y vertiginosa (el final en el almacén de las puertas); Monstruos, S. A. nos confirma que el mejor cine que se hace hoy en Hollywood es el de animación. ¿Alguien lo dudaba?

No siento especial empatía por los trabajos de Randy Newman con Pixar. Por supuesto, su música vuelve a ser aquí eficaz y, en ocasiones, muy agradable, pero parece como si le faltara algo, quizás ese toque especial que consiguen aquellas partituras que dan vida a las imágenes y no sólo las acompañan. En todo caso, se trata de una buena banda sonora conformada por todo un conglomerado de estilos: desde el jazz (los títulos de crédito iniciales) hasta la mayor de las aparatosidades (los trepidantes minutos finales). Me quedo con la descripción que el compositor hace de los momentos previos a que los asustadores comiencen sus quehaceres cotidianos y, faltaría más, con las piezas melódicas que buscan el sensible lagrimeo del espectador.

No siento especial empatía por los trabajos de Randy Newman con Pixar. Por supuesto, su música vuelve a ser aquí eficaz y, en ocasiones, muy agradable, pero parece como si le faltara algo, quizás ese toque especial que consiguen aquellas partituras que dan vida a las imágenes y no sólo las acompañan. En todo caso, se trata de una buena banda sonora conformada por todo un conglomerado de estilos: desde el jazz (los títulos de crédito iniciales) hasta la mayor de las aparatosidades (los trepidantes minutos finales). Me quedo con la descripción que el compositor hace de los momentos previos a que los asustadores comiencen sus quehaceres cotidianos y, faltaría más, con las piezas melódicas que buscan el sensible lagrimeo del espectador.


CRÍTICA por Leandro Marques

Llegaron los monstruos

En Monstruópolis la vida no es muy diferente a la de cualquier ciudad industrial humana. La horripilante inmensidad de sus habitantes no los exime de la obligación de trabajar duramente todos los días. Entre ellos, son los "obreros asustadores" quienes tendrán que esforzarse extra cuando un grave problema comienza a acechar a Monsters, Inc., la compañía que se encarga de distribuir la energía al resto de la población: cada vez los niños humanos se atemorizan menos ante sus terroríficas apariciones nocturnas. Esto significa que el principal componente de la energía en Monstruópolis, los gritos aterrorizados de los pequeños humanos, ya casi no alcanzan para hacer funcionar el vertiginoso ritmo de vida de la monstruosa comunidad.

Los creadores de la exitosa Toy Story, encabezados por el director Pete Docter, realizaron este nuevo proyecto animado, Monster, Inc., y volvieron a concebir un producto de excelente calidad estética, ingenioso y sobre todo, muy divertido. Además de ellos, también forman parte de la película actores de la talla de John Goodman, Billy Crystal, Steve Buscemi, James Coburn y Jennifer Tilly, entre otros, que le prestan su voz a los simpáticos protagonistas.

La idea de que el más terrible de los monstruos asustadores, el que más alaridos de espanto es capaz de provocar gracias a sus muecas y rugidos feroces, deje descubrir su lado más tierno y dulce al tener que hacerse cargo, inesperadamente, de una pequeña y traviesa criatura que por una casualidad ingresó a Monstruópolis, no es de lo más original. Sin embargo, en esta oportunidad es sumamente efectiva. Sulley (el monstruo al que Goodman pone la voz) debe superar sus miedos y prejuicios (en su tierra, los seres humanos son malvados y además tóxicos) para salvar a la tierna Boo de los malvados planes del camaleón Randall (Buscemi). En un tono general dominado por la aventura, ambos protagonistas comparten situaciones muy bien logradas, que pueden llevar desde la carcajada hasta la emoción.

No es novedad a esta altura que, principalmente desde la aparición de Toy Story, pasando por Bichos (al igual que Monsters, realizaciones ambas de la productora Pixar) y la excelente Shrek, las animaciones por computadora pasarán a ocupar la última expresión de la tecnología en el cine. Tal es así, que el próximo 24 de marzo la Academia de Hollywood entregará el primer Oscar a la mejor película de este nuevo género, cuya terna estará integrada por Monsters, Inc., la mencionada Shrek -creación de DreamWorks- y Waking Life, de Richard Linklater.

Monsters, Inc. es el nuevo ejemplo de un serio y extenuante trabajo de producción. El color de sus imágenes, la creatividad de la historia, la inteligente composición de sus personajes, el uso de actores reconocidos en las voces y el inagotable desfile de recursos tecnológicos constituyen los principales eslabones de una obra completa. Que si bien está dirigida hacia los más chicos, y tal como viene sucediendo con esta clase de películas, no carece de atractivos para el público adulto.

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